Este año, para la fiesta del libro, el día de Sant Jordi, nos acompañará la hermana Antonia Puga firmando su libro «Y camino con ellos«.
La hermana nos visitará el día 23 de Abril y estará con nosotras de 10 a 13 h. y de 16 a 19 h.
La rosa de Sant Jordi
La leyenda de Sant Jordi es bastante conocida, la lucha del caballero contra el dragón para salvar a la princesa.
El caballero remató al dragón y de su sangre creció un rosal del que brotaron rosas rojas. Jordi, que era como se llamaba el caballero, cortó la rosa más bella y se la entregó a la princesa.
De ahí la tradición de que los hombres les regalen a las mujeres una rosa roja, como símbolo de pasión. Se añade una espiga que simboliza la fertilidad.
Regalar una rosa…
La costumbre de regalar una rosa a las mujeres viene del siglo XV, cuando los hombres hacían llegar este detalle a la mujer de la que estaban enamorados a través de un amigo.
Pero ha logrado mantenerse durante tanto tiempo gracias de la Feria de Rosas que se instalaba en el Palacio de la Generalitat. Con motivo del día de Sant Jordi se celebraba una misa en la capilla de dicho palacio a la que acudían miembros de la nobleza y de los estamentos sociales, políticos y religiosos de la comunidad. Las mujeres asistentes a dicha misa eran agasajadas con una rosa, como referencia a la Feria de rosas que se celebraba por entonces.
Una hermosa tradición que ha quedado unida al día del libro desde 1930.
En Catalunya, la Diada de Sant Jordi está estrechamente relacionada con el día de los enamorados. Esta fiesta se celebra mucho más activamente que la del 14 de Febrero.
No obstante los catalanes no solamente tienen este tipo de detalles con su pareja, sino que se trata de un detalle que también puede tenerse con los amigos o con los familiares.
La curiosidad
Podemos encontrar referencias a esta fecha como día de los enamorados en el Empordà (Girona) donde antiguamente, un día como este, los mozos en edad casadera tenían el derecho a colarse de madrugada en la casa de la muchacha a la que amaban o pretendían y sacar a ésta a la calle, aunque estuviera dormida o en camisón.
Evidentemente, cuando llegaba este día, las muchachas del lugar llevaban muchas horas arregladas y preparadas a la espera de la visita del mozo correspondiente.