En este tiempo de Cuaresma, la limosna es junto con la oración y el ayuno parte fundamental de este tiempo de conversión.
La palabra «limosna», procede del griego y significa «misericordia» e indica gratuidad.
Estamos llamados a la conversión y de un modo especial, debe de ir concretándose en pequeños gestos día a día.
Cuando pensamos en limosna, lo primero que se nos viene a la mente es compartir o dar nuestro dinero al que lo necesita, y este gesto esta muy bien; pero también consiste en «darse» a los demás, en hacer de nuestra vida un don para cada uno.
Nos ayuda la limosna a vivir esta gratuidad del don, de ofrecer nuestras capacidades y cualidades, nuestro tiempo, caminando de este modo con los que lo necesitan.
Oración, ayuno y limosna están unidos, ésta ultima fluye de ambas.
En la oración, ponemos ante Dios las necesidades de los demás; mediante el ayuno vemos la obra del Espíritu Santo en nosotros, ayudándonos a reconocer en cada una de las necesidades del mundo a Cristo.
Es entonces, cuando nos lleva al compromiso personal de actuar y abrirnos a las necesidades de los demás, satisfaciéndolas con lo que tenemos y compartiendo con gratitud lo dado.
¿Cómo vivir la limosna?
Para vivirlas, nos ayuda las obras que realizamos en los demás, llamadas obras de misericordia, mediante ellas se nos invita a cubrir distintas necesidades, las cuales se dividen en corporales y espirituales.
Las obras de misericordia espirituales se clasifican en siete:
- Enseñar al que no sabe.
- Dar buen consejo al que lo necesita.
- Corregir al que se equivoca.
- Perdonar las ofensas.
- Consolar al triste.
- Sufrir con paciencia lo defectos del prójimo
- Rogar a Dios por los vivo y difuntos.
Las obras corporales se clasifican también en siete:
- Visitar y cuidar a los enfermos.
- Dar de comer al hambriento.
- Dar de beber al sediento.
- Dar posada al peregrino.
- Vestir al desnudo.
- Redimir al cautivo.
- Enterrar a los muertos.
Qué nos dice la Biblia sobre la limosna
La Palabra de Dios nos enseña como se nos pide dar la limosna.
Es un dar o darse en la intimidad, un acto de amor desde el corazón.
"Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará." (Mt 6, 2-4)
Este compartir nos mueve a un renuncia y tal vez un sacrificio, implica a veces ayunar del egoísmo propio. Nuestra caridad con el prójimo es una manifestación de amor a Dios.
Todo es dado por Dios, de esta forma, nuestra vida debe convertirse en darse a imitación de Cristo.
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Escrito por: Mercedes Roldán.