Con motivo de los 100 años de la publicación de la Misa sobre el Mundo de Teilhard de Chardin, tuvieron lugar unas jornadas en el marco de la Semana Pastoral organizada por Fe y Desarrollo, donde se abordaron la vida, el pensamiento y la espiritualidad de Teilhard de Chardin bajo los aspectos del evolucionismo, la ciencia y la creación.
Las jornadas tuvieron lugar los días 7, 8 y 9 de febrero en el Salón de Actos del Colegio San José en Valladolid.
Un poco de la vida de Teilhard de Chardin
Teilhard de Chardin nació el 1 de mayo en 1881 en Sarcenat, Francia, en el seno de una familia aristocrática, compuesta por once hermanos.
Desde niño su carácter era serio, pero tremendamente inquieto, aficionado desde entonces a sus largas caminatas, contemplando la naturaleza, forjó su pasión por aquella en todas sus facetas, desarrollando una vocación científica temprana.
Cabe destacar su pasión por la durabilidad de los metales y las piedras, de donde va naciendo su obsesión por lo duradero, por lo eterno.
Allí comenzó su germen hacia la conversión. En dicho camino, Teilhard comenzó sus estudios de la mano de los jesuitas, ingresando en el colegio de Notre-Dame de Mongré.
Posteriormente inició su camino dentro de la orden jesuita, sometiéndose a una extensa formación integral de 13 años, en distintos lugares, en Francia, en El Cairo, en Hastings, donde abarcó la filosofía, la teología y la paleontología.
Durante dicho período, los testigos nos hablan de un Teilhard profundamente intelectual, el primero en todo, serio, pero afable y discreto, una persona muy edificante.
Luego de dos años en la Facultad de Estudios Científicos de Paris, Teilhard tuvo que enfrentarse a la Primera Guerra Mundial, donde desempeñó un papel excepcional como camillero y héroe de guerra condecorado que salvó la vida de muchos compatriotas.
Durante ese período se publicarían dos de sus primeras obras : “La Vida Cósmica” y “Mi Universo”.
Tras la guerra, su notable y excepcional carrera como estudiante culminó al finalizar la Tesis de la Licenciatura y Doctorado sobre mamíferos y fósiles con mención “Très honorable”.
A partir de entonces, tuvo lugar un hecho que marcaría el devenir de su vida, a raíz de un trabajo que le encargaron acerca de una aproximación de las tesis del evolucionismo con el dogma católico, lo plasmado en aquel escrito trascendió hasta Roma y con el punto de mira sobre Teilhard y la Compañía de Jesús, sus superiores optaron por destinarlo a China, ya que Teilhard no estaba dispuesto a retractarse de lo que había escrito.
En China, Teilhard continuó con sus trabajos de paleontología, donde destacó notablemente en dos hitos destacados: Encontró y catalogó el cráneo del Homo Erectus Pekinensis y tomó parte en el Crucero Amarillo, una expedición científica de 10 meses atravesando desde Pekín hasta Aksu, siguiendo las antiguas rutas de la Seda y atravesando el desierto del Gobi.
Durante su estancia en China, hay que destacar el hecho de mayor relevancia que nos ocupa, en 1923, en medio de un paraje inhóspito, sin una iglesia, sin pan, ni vino, incapaz de acudir a los símbolos nucleares para poder celebrar la Misa y con una imperiosa necesidad interior, como sacerdote, de poder celebrarla, tuvo una revelación inspirada en la Comunión Espiritual que aprendió de su madre: Entonces, el Altar sería el mundo entero, el Pan sería el trabajo y el afán de los hombres, todo cuanto se crea y está
germinando, creciendo. El Vino sería el Cáliz de los sufrimientos, del dolor, de la muerte en el mundo.
Después de sucesivas expediciones, con una edad que le obligaba a detener y ralentizar el trabajo de campo, tuvo un infarto de miocardio en 1947 que lo obligó a cerrar aquella etapa, no sin haber recibido la distinción de ser nombrado Oficial de la Legión de Honor por sus servicios científicos en Geología y Paleontología.
Entonces, pensó en centrarse en su obra, en todo cuando había venido escribiendo para su publicación y difusión al mundo.
Lamentablemente para Teilhard, el Papa Pío XII en agosto de 1950 publicó la Encíclica De Humani Generis, donde se buscaba reafirmar los dogmas católicos en una actitud defensiva que combatía la novedad y el evolucionismo, de modo que en cuánto se publicó la obra de Teilhard, aquella estuvo enseguida en el punto de mira.
Todo supuso que finalmente Teilhard fuese desterrado a Estados Unidos en 1951, donde pasó sus últimos años de vida, muriendo en un Domingo de Resurrección, el 10 de abril de 1955.
Sin embargo, contra todo pronóstico, tras la muerte de Teilhard, resucitó su obra a pesar de la oposición de Roma.
Posteriormente, gracias al Concilio Vaticano II y todo lo que implicó, añadido a la movilización de los padres jesuitas, promovida por su Superior General, el padre Juan Bautista Janssens y la gran labor encomendada a Henri de Lubac por sacar a la luz y defender la obra de Teilhard, marcarón en suma el punto de inflexión acerca de la transmisión de su obra, su pensamiento y su figura.
Legado, pensamiento y mística de Teilhard de Chardin
Para comprender, aunque sea por aproximación, todo lo que implica hablar de Teilhard de Chardin, debemos contemplarle desde 4 dimensiones clave, inseparables, intensamente relacionadas y que forman un todo: Ciencia, Teología, Filosofía y Mística.
Dentro de su pensamiento, cabe destacar las siguientes líneas de estudio que siempre le obsesionaron:
- La conciliación del mundo, un mundo que está en continua evolución con el Dogma Católico. Ahí entrarán en juego y relación los conceptos de Diafanía (el libro de la naturaleza) y Revelación (el libro de la Palabra de Dios).
- El estudio de lo muy pequeño, de lo infinitamente grande y del paso del tiempo.
Por simplificar y dar unos retazos de la extensión y complejidad de todo lo que supone hablar del pensamiento y la mística de Teilhard (quién inventó numerosos neologismos) proponemos estos dos esquemas en los que él trata de dar respuesta a aquello que siempre le ocupó:
- Yo creo que el Universo es una evolución.
- Yo creo que la evolución va hacia el Espíritu.
- Yo creo que el Espíritu se realiza finalmente en lo Personal Supremo. (El espíritu es persona).
- Yo creo que lo Personal Supremo es el Cristo-Universal.
Diagrama de la creación, evolución y Convergencia final hacia Omega, el Cristo-Universal:
- Cosmogénesis: La Creación del Cosmos por parte de Dios.
- Biogénesis: La generación de la vida dentro del Cosmos.
- Antropogénesis: La creación del hombre.
- Noogénesis: La generación, desarrollo y convergencia de las conciencias individuales hacia
una conciencia global, universal. - Cristogénesis: Cristo, el punto Omega, hacia donde TODO debe Converger.
Bibliografía recomendada
En el marco de las obras escritas por Teilhard y todavía disponibles en catálogo, donde se accede a lo
nuclear, a la fuente esencial de su pensamiento y espiritualidad, os recomendamos:
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Escrito por Ricardo.