«Humildad» de Francesc Torralba

La etimología de la “humildad” es humus (tierra).

El cristianismo dota a este vocablo de un contenido positivo. La humildad es una virtud, una forma de pobreza espiritual. Un estado de agradecimiento ante las maravillas del mundo.

El ser humilde reconoce su mendicidad espiritual. Acepta que no es el creador de su existencia.

«La belleza del alma es la humildad»escribió San Bernardo (1090-1153). Acercarse al misterio de Dios requiere paciencia, humildad y tolerancia. Dios transciende todas las cosas. Este es el drama del misterio.

Santa Teresa de Jesús da a entender que la humildad es la condición «sine qua non» para reconocer su presencia, «Solo Dios basta».

Humildad

La humildad hace crecer al ser humano, frente al nihilismo, cinismo y relativismo postmoderno, la palabra humildad persiste en el inconsciente colectivo.

Ser humilde significa conocer las propias delimitaciones. Es un hábito de orden intelectual. Aceptarse a uno mismo y a los demás. La humildad conduce al amor. La persona humilde osa hacer de su vida una obra de arte.

No teme fracasar, es capaz de aprender de sus lecciones. No se deja devorar por la angustia del no saber. Abre las puertas al diálogo, habla de lo que ha tenido experiencia. Es una tensión difícil.

El fin de la humildad es moderar el deseo de excelencia. Usar la recta razón, adecuada a las exigencias personales y del tiempo.

La virtud de la humildad es una cualidad que transciende culturas, cuando irrumpen las crisis sociales o personales una cura de humildad.

Frente al miedo, la persona humilde activa la imaginación y coopera con los demás. Lucha por hacer realidad sus sueños. Siente gratitud y experimenta que todo le ha sido dado.

En conclusión

Francesc Torralba explica claramente que la humildad es el principio del perdón. Se requiere ser sensible y paciente. La humildad es el mejor antídoto contra toda turbación. Habita en el interior de cada persona cuando se reconoce frágil y limitado. En términos de la sabiduría popular no somos nada.

En un mundo donde triunfa la cultura de la hipérbole, el autor invita a recuperar el valor de la humildad. Reírse de uno mismo y tener modestia. No confundir lo sencillo con lo simple. Escuchar a los otros, ser compasivo, aceptar que todos nacemos con preguntas y morimos con ellas.

Su autor

Francesc Torralba (Barcelona, 1967) fue nombrado consultor del Consejo Pontificio de la Cultura de la Santa Sede por Benedicto XVI.

Ha escrito muchas obras de filosofía.

Su objetivo es explicar el fundamento de la humildad, reconocer la fragilidad del ser humano.

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Escrito por Marta Sánchez.

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