En este articulo vamos a profundizar sobre el ministerio del catequista: su importancia dentro de la Iglesia, su puesta en valor a partir de la publicación de «Antiquum ministerium» y de la convocatoria del Sínodo 2021-2023, así como la necesaria formación de los catequistas.
Importancia del catequista en la Iglesia
San Pablo nos recuerda en la Primera Carta a los Corintios la importancia que todos los ministerios tienen en la Iglesia.
“Porque así como el cuerpo, siendo uno, tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, con ser muchos, son un cuerpo único, así también Cristo” (1 Cor 12, 12-13).
Tradicionalmente, los ministerios a los que se ha otorgado mayor relevancia dentro de la Iglesia han sido los desarrollados por los consagrados: obispos, presbíteros, religiosos…
En los últimos tiempos los laicos han ido tomando consciencia de la importancia de su labor dentro de la Iglesia. Todos los miembros son importantes, también los laicos.
Y su papel es determinante dentro de la vivencia de la fe en la sociedad. Así, la labor de los catequistas es fundamental, pues de ella depende la transmisión de la fe.
Normalmente, es una labor desarrollada por laicos, en las parroquias, pero también en los colegios y grupos. Y dentro de la familia, con la labor de los padres que se convierten también en transmisores de la fe.
Sin esta labor, la fe quedaría relegada a un mero elemento tradicional y dejaría de estar viva.
Carta Apostólica «Antiquum ministerium«
Para remarcar la importancia del ministerio de catequista en la Iglesia, y otorgarle la dignidad que merece, el papa Francisco redactó en mayo de 2021 un motu proprio, «Antiquum ministerium», con el que se establece el ministerio de catequista.
Remarcaba así la importancia que este ministerio ha tenido a lo largo de la historia de la Iglesia, pues ha posibilitado la transmisión de la fe.
Con este motu proprio, el papa Francisco nos recuerda que este ministerio ha de ser cuidado y valorado dentro de la Iglesia. Los responsables de las comunidades deben de procurar la formación adecuada para acceder a este ministerio.
Por su parte, quienes accedan a él deben de ser conscientes del valor que lo constituye, pues gracias a él, el depósito de la fe sigue legándose a las distintas generaciones.
Además, la intención del Papa es que se tome consciencia del papel que los laicos tienen que tener en la Iglesia, que no es secundario: es tan importante como el de las personas consagradas.
Con ello se persigue caminar en la sinodalidad, seña de identidad del pontificado de Francisco.
Puesta en valor del catequista por el Sínodo
A partir del Concilio Vaticano II, la Iglesia tomó especial consciencia de la importancia de todos y cada uno de los servicios que la conforman.
Para dar voz a la realidad de la Iglesia universal en su multiplicidad de carismas, el Papa Pablo VI creó, en septiembre de 1965, el Sínodo de los Obispos. Se trata de una institución permanente, creada para ayudar al Papa en el gobierno de la Iglesia.
En octubre de 2023 tendrá lugar la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, titulada “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”.
El Papa Francisco quiere que toda la Iglesia participe en la búsqueda de métodos que permitan la sinodalidad, es decir, que todos los bautizados, Papa, obispos, sacerdotes, consagrados y laicos, caminen juntos en comunión y fraternidad.
Para ello, en octubre de 2021 se comenzó con la primera fase del Sínodo, la fase diocesana (octubre de 2021 – abril de 2022); a esta fase le sucederá otra, la continental (de septiembre de 2022 a marzo de 2023); la tercera fase será la de la Iglesia universal (en octubre de 2023).
Un aspecto novedoso de este Sínodo es que el papa Francisco ha querido que participen en él todos los bautizados. Gracias a esto, el interés que ha despertado ha sido grande, también entre los laicos. Cada uno, desde su ministerio, ha podido aportar sus sugerencias e inquietudes.
Este carácter universal del Sínodo es también importante para los catequistas, que forman parte activa de la vida de la Iglesia y de sus comunidades.
Ellos, desde su ministerio, pueden aportar una reflexión profunda sobre la formación de las comunidades y sobre las problemáticas que puedan surgir en la transmisión de la fe dentro de nuestra sociedad, que cada vez está más secularizada.
La formación del catequista
Como destaca el Papa Francisco en «Antiquum ministerium», la formación de los catequistas es fundamental para que su ministerio dé los frutos que de él se esperan.
Es necesario, nos dice también, que las diferentes Conferencias Episcopales elaboren programas de formación para acceder a este ministerio. También, es fundamental contar con un marco teórico, tanto a nivel pedagógico como de contenidos, que permita la formación de los catequistas y la transmisión de contenidos a los catecúmenos.
Algo que también es muy importante es la formación continua de los catequistas. Siempre están saliendo materiales nuevos, adaptados a las diferentes etapas formativas, y también para dar respuesta a las diferentes realidades sociales: la catequesis con los alejados, la catequesis con personas con necesidades especiales…
Es primordial que los catequistas conozcan todo esto para poder transmitir la fe de una forma accesible y atractiva, y para adaptarse a la realidad de la sociedad actual, que es diferente a la de sociedades pasadas.
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Escrito por: Rafael Higueras.
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