El por qué de este Ciclo
A lo largo de su Historia, la Iglesia ha ido atesorando un ingente patrimonio artístico, fruto de su propia actividad cultual y de su respeto y aprecio por la cultura.
La propia práctica sacramental necesita de elementos que en sí forman parte del patrimonio artístico de la Iglesia: edificios, pero también patrimonio mueble (ornamentos y utensilios litúrgicos, imágenes de devoción…).
Consciente de la importancia de este patrimonio, la Iglesia (organismos de la Santa Sede, Conferencias Episcopales, diócesis así como órdenes religiosas) se ha preocupado por conservar todo esto para que llegue a las sucesivas generaciones con el mismo fin para el que fue creado.
Si bien es cierto que en épocas pasadas no se tenía demasiada conciencia de conservar el patrimonio (al menos desde los parámetros que se tienen en cuenta ahora), el hecho es que actualmente sí que existe una especial sensibilización.
La Iglesia es consciente de que tiene en su haber un enorme patrimonio, como pocas instituciones; obligación de conservarlo y darlo a conocer, pues también el arte es vehículo de transmisión de la fe, como ya quedó patente en el Concilio Vaticano II:
“Entre las actividades más nobles del ingenio humano se encuentran con razón las bellas artes, especialmente el arte religioso y su cumbre, es decir, el arte sacro. Estos están relacionados, por su naturaleza, con la infinita belleza divina, que se intenta expresar, de algún modo, en las obras humanas. Y tanto más se consagran a Dios y contribuyen a su alabanza y a su gloria, cuanto más lejos están de todo propósito que no sea colaborar lo más posible con sus obras a dirigir las almas de los hombres piadosamente hacia Dios”. (Constitución Sacrosanctum Concilium).
Nuestro propósito
Con el fin de dar a conocer el patrimonio de nuestra Iglesia, desde la Librería Paulinas proponemos ir visitando los diferentes monumentos religiosos e históricos de nuestra ciudad, de la mano de especialistas, que aporten datos sobre el patrimonio, y a la vez nos hagan caer en la cuenta de la importancia que este patrimonio ha tenido y sigue teniendo en la transmisión de la fe.
Nuestra ciudad conserva un enorme patrimonio religioso: iglesias y monasterios, muchos de los cuales son desconocidos por el gran público. Al visitarlos, podremos profundizar en muchos aspectos del arte sacro, pero también en muchos aspectos de nuestra liturgia, nuestra religiosidad y nuestra historia.
También, visitando los conventos y monasterios, podremos conocer cómo es la vida de las comunidades religiosas así como las principales características de las diferentes órdenes religiosas, y colaborar de alguna manera con su supervivencia y el sostenimiento de dicho patrimonio.
Escrito por: Rafael Higueras.