La Iglesia celebra la Solemnidad de Pentecostés, donde se conmemora la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles.
Esta celebración tiene lugar cincuenta días después de la Pascua, danto término, de esta forma, al Tiempo Pascual.
En la mañana de Pentecostés, estando en oración los apóstoles junto a María, la Madre de Jesús, el Espíritu Santo desciende sobre ellos.
Este acontecimiento marca el nacimiento de la Iglesia y con ella, la propagación de la fe en Jesucristo.
"Al llegar el día de Pentecostés estaban todos reunidos...De repente vino del cielo un ruido como una impetuosa ráfaga de viento, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que ser repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos, se llenaron todos de Espíritu Santo y se pusieron a hablar en diversas lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse. Residían en Jerusalén hombres piadosos, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo." (Hch. 2, 1-5)
En sus inicios, los judíos celebraban esta fiesta de Pentecostés para dar gracias por las cosechas, precisamente cincuenta días después de la Pascua, asociado a la fiesta de las Semanas. (Dt 16, 9-10).
El sentido de esta fiesta cambió, y a partir de entonces, se celebra la entrega de la Ley a Moisés en el Monte Sinaí, cincuenta días después del éxodo, es decir, después de la salida del pueblo de Israel del cautiverio de Egipto.
Como sabemos, el libro del Éxodo, narra la esclavitud del pueblo hebreo en el Antiguo Egipto, y su liberación a través de Moisés que los llevó hacia la tierra prometida, como Dios le señaló.
La Iglesia, manifestada por el Espíritu Santo
Es en este momento de la llegada del Espíritu Santo, cuando la Iglesia se pone en camino.
Recordamos que Jesús en la Última Cena les hizo esta promesa:
"Os he dicho estas cosas estando entre vosotros. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho". (Jn 14, 25-26)
El Espíritu Santo es enviado para santificar continuamente a su Iglesia. Les prepara y les previene con su gracia, les abre su entendimiento para que puedan comprender la Muerte y Resurrección de Jesús.
Les dio la fuerza para llevar a cabo la misión que le encomendó Jesús, de llevar su Palabra a todas las naciones y bautizar a todos los hombres, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Los apóstoles empiezan a predicar la Buena Nueva, anunciando de esta forma a Jesús resucitado, invitando a la salvación a los hombres de todos los pueblos, en su diversidad de lenguas y culturas. (Hch. 2 5-11)
Jesús resucitado es quien nos comunica este soplo de vida, el Espíritu Santo. Nos invita a cada cristiano a participar en su misma vida y convertirnos de esta forma en testigos en el mundo.
Por medio de Él, cada bautizado es transformado y enriquecido, principalmente con una fuerza especial mediante el sacramento de la Confirmación.
El Espíritu Santo hace de la iglesia «el templo del Dios vivo«. (2Co 6,16)
Pero, ¿ quién es el Espíritu Santo?
El Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, quién posee la misma naturaleza y esencia divina.
"Consubstancial al Padre y al Hijo...coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo del designio de nuestra salvación y hasta su consumación" (CIC 685-686).
Es mediante el Bautismo, que nos inicia en una vida nueva en Dios Padre, por medio de su Hijo en el Espíritu Santo.
Él es quien, con su gracia, nos precede y despierta en nosotros la fe.
El Espíritu se revela y se nos da, y con su venida, se nos manifiesta plenamente la Santísima Trinidad.
Cristo nos lo envía, para que nuestra vida sea guiada y alimentada por Él, nos ayuda a permanecer en Jesús y a obrar en la verdad.
"La Iglesia, por tanto, instruida por la palabra de Cristo, partiendo de la experiencia de Pentecostés y de su historia apostólica, proclama desde el principio su fe en el Espíritu Santo, como aquél que es dador de vida, aquél en el que el inescrutable Dios uno y trino se comunica a los hombres, constituyendo en ellos la fuente de vida eterna" (Carta Encíclica Dominum et Vivificantem, 1 de Juan Pablo II).
Podemos nombrar distintos apelativos del Espíritu Santo citados en la Biblia:
- «Paráclito» que también se traduce como «Consolador» (Jn15,26).
- «Espíritu de Verdad» (Jn 14, 17).
- «Espíritu Santo» como su nombre propio es. (Hch).
- «Espíritu de la promesa«, «Espíritu de adopción», «Espíritu de Cristo«, «Espíritu del Señor«, «Espíritu de Dios» (San Pablo).
- «Espíritu de gloria» (San Pedro).
1. Símbolos del Espíritu Santo
En la Biblia podemos ver descritas, distintas representaciones:
- El agua: es significativo de la acción del Espíritu Santo en el sacramento del bautismo. Mediante éste Él nos da una vida nueva, un nuevo nacimiento. Recordar también el agua que brotó de Cristo crucificado, manantial de vida para nosotros en vida eterna.
- La unción: es el signo sacramental de la Confirmación. A través de la unción con el óleo, representa la fuerza del Espíritu Santo que se nos da, en la vida de cada creyente.
- El fuego: simboliza la acción transformadora de los actos del Espíritu Santo.
- La nube y la luz: ambas manifestaciones están vinculadas al Espíritu Santo. Podemos recordar a Moisés en la montaña del Sinaí: esta nube, revela al Dios vivo o la revelación a la Santísima Virgen María cuando desciende sobre ella.
- El sello: es semejante a la unción. Es en Jesús a quien «Dios ha marcado con su sello» (CIC698) , al igual el Padre nos marca a nosotros, especialmente a través de los sacramentos del Bautismo, Confirmación y Orden sacerdotal, nos indica el carácter indeleble del Espíritu.
- La mano: Mediante la imposición de las manos nos transmite el don del Espíritu Santo. Recordemos a Jesús imponiendo sus manos a los enfermos, los apóstoles lo harán en su nombre .
- El dedo: «…por el dedo de Dios expulso yo (Jesús) los demonios«(Lc11, 20), escribió las tablas de la ley (Ex. 31, 18).
- La paloma: podemos verla cuando el Señor es bautizado en el Jordán o cuando en el diluvio, le indica la tierra habitable.
2. Dones del Espíritu Santo
Los dones son siete y se nos conceden para sostener nuestra vida, guiada por el Espíritu Santo hacia la santidad.
Son infundidos en el alma llevando a la perfección las virtudes y haciendo de esta forma, que los cristianos seamos más dóciles, para seguir con amor la voluntad de Dios.
Vienen dados con el sacramento del Bautismo y se refuerzan en la Confirmación, pero durante toda nuestra vida debemos acrecentarlos.
3. Frutos del Espíritu Santo
Los frutos son perfecciones que el Espíritu Santo forma en nosotros, como primicias de la gloria eterna.
"La tradición de la Iglesia enumera doce: caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad". (CIC 1832).
María, Reina de los Apóstoles
"Por medio de María, el Espíritu Santo comienza a poner en comunión con Cristo a los hombres «objeto del amor benevolente de Dios»." (CIC 725).
María, estaba reunida con los apóstoles en el cenáculo cuando el Espíritu Santo desciende.
Una vez más, Ella recibe la fuerza para cumplir con la misión que se le da, María Madre de la Iglesia. Con su presencia en medio de la comunidad, nos recuerda el rostro de Jesús, signo de la fidelidad de la Iglesia a Cristo.
Ella les acompaña, les acoge, participa con su presencia orante en este nacimiento y expansión de la Iglesia, al igual que en su misión evangelizadora. Fue ejemplo y fuente de ánimo para la comunidad de los primeros cristianos.
La Iglesia conmemora a Santa María «Reina de los Apóstoles», fiesta que se celebra justamente el día de la Vigilia de Pentecostés.
Ella es apóstol universal, ejerce y supera todo apostolado, nos da a Jesús y nos enseña, nos sostiene y recompensa de frutos a los apóstoles de todos los tiempos.
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Escrito por: Mercedes Roldán.
Que el Espíritu Santo ilumine y siga guiando vuestra labor evangelizadora.
Muchas gracias por este artículo.
Muchas gracias, Sergio.
Que el Espíritu Santo derrame sus dones para todos. ¡Feliz Pentecostés!
Soy católica, tengo una pena que embarga mi alma, mi hija se fue de la casa sin motivo aparente llevandose a mi nieta de 5 años la cual la tube en mis brazos s la hora de nacida, le he rogado a Dios Padre, Dios hijo y al Espiritu Santo y no encuentro respuestas ni consuelo alguno, se que estan bien porque las veo de lejos, pero no regresan, que mas puedo hacer. He orado muchisimo y no hay nada positivo, esto me ha hecho dudar del poder de Dios, se que es pecado, pero estoy desesperada!
No pierda la esperanza ni la fe, Ángeles. Cuenta con nuestras oraciones. Un abrazo en el Señor.
Gracias por este articulo, nos enseña mucho a las personas que tenemos hambre de Dios.
vivo en un pueblo dónde las iglesias evangelistas proliferan, y veo con pleno dolor como nosotros no podemos hacer nada, bueno rezar porque los catolicos no se cambien de iglesia.
asi que el espiritu santo siga iluminando y guiando a nuestra iglesia catolica.
Nos alegra Toñi que le haya ayudado.
Gracias!
excelente catequesis gloria a Dios hermanos paulinos
Hola! Nos alegra que le haya hecho bien.
Gracias. Un saludo.