Son muchos los momentos significativos de la vida del beato Santiago Alberione, por lo que a los historiadores les espera una labor nada fácil para recopilar los innumerables detalles que se desprenden, por ejemplo, en la relación epistolar que mantuvo con sus hijos e hijas esparcidos por todo el mundo.
Podrían entresacarse como más relevantes los siguientes:
1. A la edad de dieciséis años
Cuando el siglo XIX dio paso al actual, Alberione tenía dieciséis años y era seminarista en Alba (Cúneo). En la noche que unía los dos siglos participó en la misa que se celebró en la catedral, permaneciendo luego en oración durante cuatro largas horas.
En esas horas de oración no solo confirmó su propósito de ser sacerdote, sino que tuvo la primera intuición de su futuro apostolado.
Esta idea la irá madurando constantemente en la oración, confrontándola con los superiores y el director espiritual, y viviéndola con fuerte tormento interior antes de realizarla.
2. A la edad de treinta años
Ordenado sacerdote a los veintitrés años, el P. Alberione empleó sus primeros años de ministerio en experiencias pastorales y numerosas tareas relacionadas con la vida del seminario.
Mientras tanto, no dejaba de buscar el momento más oportuno para dar comienzo al proyecto de Dios. La hora llegó el 20 de agosto de 1914, cuando empezó en Alba la «Escuela Tipográfica Pequeño Obrero».
Sus colaboradores fueron todos muchachos, dispuestos a todo, y él les preparó con inmensa fe y paciencia, superando toda clase de dificultades. Aquellos chiquillos fueron los primeros religiosos de la Sociedad de San Pablo, los primeros apóstoles de los medios de comunicación social.
3. A la edad de cuarenta años
Después de los primeros años de rodaje, los más intensos en trabajo e iniciativas, la salud del P. Alberione tuvo una caída tan grave que los médicos lo dieron por desahuciado. Una tuberculosis pulmonar presagiaba dejarle poco meses de vida. En cambio, logró salir milagrosamente curado.
Esta experiencia marcó su vida y la continuación de su obra: era necesario fiarse únicamente de Dios. Sobre este fuerte crecimiento en la fe apoyó el P. Alberione después de la Sociedad de San Pablo, la fundación de cuatro Congregaciones femeninas y cuatro Institutos agregados.
Así puso a disposición de la Iglesia todo un ejército de religiosos y religiosas que, animados por un espíritu de familia, colaborarían a la difusión del evangelio en el mundo.
4. A la edad de sesenta y cinco años
El 27 de junio de 1949 la Sociedad de San Pablo recibía la aprobación definitiva de la Santa Sede.
"Es útil recordar algunos detalles concernientes a nuestra queridísima Congregación...Efectivamente, en la aprobación hubo una particularidad, casi como excepción...Dada la peculiar e inusitada novedad del Instituto, de su naturaleza y su apostolado, la Congregación de Religiosos decidió presentar la cuestión al Papa, declinando en él toda la responsabilidad en un asunto tan novedoso, importante y transcendental" (UPS I, 13-18)
Tuvo que pasar tiempo. ¿Por qué todas esta perplejidad? Se me dijo: «Una congregación de vida común que quiera realizar estos apostolados tropezaría con un sinfín de dificultades y requeriría miembros con un espíritu y unas cualidades excepcionales…»
Y el gran Papa Pío XI, abierto a todas las necesidades de su tiempo, aprobó…De este modo, la Congregación ha nacido directamente del Papa.
5. A la edad de setenta y seis años
En 1960 el Fundador quiso llamar de todas partes del mundo a aquellos que habían compartido con él la historia de los comienzos.
Los convocó para un mes de ejercicios espirituales: unos días de reflexión y oración, y, sobre todo, de recuerdo de las intervenciones de Dios y gratitud por todo lo que Dios había realizado.
En este mes de oración alcanzó su máxima claridad la conciencia que el P. Alberione tenía de haber sido un instrumento elegido y predilecto en las manos de Dios.
6. A la edad de setenta y nueve años
El 4 de diciembre de 1963 fue aprobado, por 1960 votos a favor y 164 en contra, el decreto conciliar «Inter mirifica» sobre los instrumentos de la comunicación social, que fue promulgado solemnemente ese mismo día.
Esta aprobación supuso prácticamente el reconocimiento por parte de la Iglesia universal, reunida en concilio, del apostolado específico de la Familia Paulina.
Para el P. Alberione fue un acontecimiento extraordinario. Tenía lugar casi cincuenta años después de la intuición del P. Alberione, quien estaba también presente en el debate del aula conciliar.
"...apenas terminó la aprobación, alguien me ha dicho: "La Sociedad de San Pablo es un milagro! Es una gracia que más o menos ya apreciábamos, pero esta solemnidad nos ofrece la ocasión de estimarla aún más" (18 de marzo de 1964).
7. A menos de once años de su nacimiento para el cielo
El 19 de junio de 1982 dio comienzo en el templo de San Pablo, en la Casa madre de Alba, el proceso de beatificación del Fundador.
Todo se ha llevado a cabo con la asistencia de la gracia de Dios y, por fin, la Congregación para las causas de los Santos, reunida en congreso y considerando cuando tenía sobre la mesa, no se pronunció: optó por dejar la decisión en manos del Santo Padre.
Y Juan Pablo II, que había mencionado ya al P. Alberione y al canónigo Allamano en el discurso dirigido a los obispos del Piamonte, recordando a los grandes santos de la Iglesia piamontesa, dijo:
"Que se prosiga y se haga todo lo que se debe hacer"
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Escrito por Mercedes Roldán.