La Pascua es la celebración litúrgica más importante de la Iglesia Católica, donde celebramos la Resurrección de Jesucristo.
Es el misterio más grande de nuestra fe, ya que con ella adquiere todo sentido.
San Pablo nos dice: “Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe...Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana...” (1 Corintios 15,14-17).
Es el «paso» del Señor, el paso de la muerte a la vida. Él ha vencido a la muerte y al pecado, nos ha redimido ¡Cristo está vivo!.
La Pascua de Cristo es también nuestra Pascua «en la muerte de Cristo nuestra muerte ha sido vencida y en su resurrección, resucitamos todos» (Prefacio II de Pascua).
Damos término de este modo a la Semana Santa, comenzando así un período, al que llamamos Tiempo Pascual. Este tiempo se celebra durante cincuenta días, finalizando el Domingo de Pentecostés.
Las celebraciones giran en torno a Cristo resucitado, junto a sus discípulos antes de subir a los cielos; hecho que ocurrirá a los cuarenta días, dando lugar a la celebración de la Ascensión del Señor.
Los días restantes, nos iremos preparando para la venida del Espíritu Santo (Domingo de Pentecostés), que dará termino a este tiempo pascual.
Vigilia Pascual y el Cirio Pascual
La Vigilia Pascual inaugura el tiempo de Pascua, conmemorando de este modo, que el Señor ha resucitado.
La luz de Jesucristo triunfa sobre las tinieblas, es por ello que esta celebración es la más importante de todo el año.
"Esta es la noche en que, rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo...
¡Qué noche tan dichosa! Sólo ella conoció el momento en que Cristo resucitó de entre los muertos".
(Pregón Pascual)
Esta celebración compuesta por distintas partes, inicia con la bendición del fuego, de donde encendemos el Cirio Pascual y vamos en procesión, al interior de la iglesia (que permanece a oscuras) avanzando hasta llegar a colocar el Cirio en medio del presbítero o junto al ambón, donde se inciensa y tiene lugar el Pregón Pascual.
El Cirio, símbolo de la luz de Cristo, tiene una inscripción en forma de cruz, junto con las letras Alfa y Omega y la fecha del año.
Estas letras, primera y última del alfabeto griego, nos señala al Señor, como principio y fin del tiempo y de la eternidad, y nos llena con fuerza nueva, en este año que vivimos.
Se le incrusta en la cera del Cirio, cinco granos de incienso, aludiendo a las cinco llagas del Señor en la cruz.
Permanecerá encendido en todas las celebraciones de este tiempo Pascual.
¿Qué es la Octava de Pascua?
A menudo escuchamos la «Octava de Pascua» y nos preguntamos, qué es y qué significa.
Se trata de la primera semana de estos cincuenta días, considerada como un solo día, como este domingo, donde hemos celebrado el misterio de la Resurrección de Jesucristo.
De esta manera, la alegría y el gozo se prolonga ocho días seguidos.
Durante estos días, vemos cómo las lecturas se centran en los relatos de Jesús resucitado, sus apariciones a sus discípulos, explicándoles y confirmándoles, aquello que aún no comprendían.
Origen de la Pascua
En la Pascua se nos expresa el amor y la misericordia de Dios a su pueblo mediante distintas manifestaciones, y en último lugar, lo hace con la redención de la humanidad, a través de su Hijo.
Vemos cómo a lo largo de la historia del pueblo de Dios, Él sale al encuentro, permaneciendo fiel a sus promesas.
No se podría entender muy bien la Pascua cristiana, sin tener presente la Pascua judía.
Por ello, vamos a hacer una breve mención sobre ambas, viendo las similitudes y características más relevantes:
Pascua judía
Si nos remontamos más atrás, en el antiguo Israel, la Pascua era una fiesta agrícola, que ya existía en la época cananea (Jos 5,10-11).
Esta fecha, posteriormente, se vincula con la cena del cordero y los panes ázimos; la celebración pascual, relatada en el libro del Éxodo (12, 1-20), conmemorando de este modo la liberación del pueblo de Dios, conduciéndoles al desierto del Sinaí.
Por tanto, se celebra la liberación del pueblo de la esclavitud de Egipto, el «paso» a través del Mar Rojo, hacia la tierra prometida.
Podríamos decir, que el signo principal de la Pascua, en el Antiguo Testamento, es el sacrificio del cordero, que nos alude a algo más grande, como veremos.
Destacamos este versículo: "...Escogeos una res por familia e inmolad la Pascua. Tomad un manojo de hisopo, mojadlo en la sangre del recipiente y untad el dintel y las dos jambas con la sangre del recipiente; y ninguno de vosotros saldrá por la puerta de su casa hasta la mañana. Yahvé pasará para herir a los egipcios, pero al ver la sangre en el dintel y en las dos jambas, Yahvé pasará de largo por aquella puerta, y no permitirá al exterminador entrar en vuestras casas para herir” (Éxodo 12,21-23).
Vemos cómo nos narra el libro del Éxodo, en las citas anteriores mencionadas, cómo preparar la Pascua y qué se ha de hacer para protegerse, anticipo del sacrificio que hará Jesús por cada uno de nosotros.
Pascua cristiana
La Pascua cristiana es la resurrección de Jesucristo, el paso de la muerte a la vida, y la liberación de nuestros pecados.
Podemos encontrar en distintos pasajes de la Biblia, la Última Cena celebrada por Jesús junto con sus discípulos, donde el significado que ahora adquiere es el anuncio de su propia muerte.
No se conmemora la salida de Egipto, sino la muerte del Señor, como el sacrificio del cordero pascual: «…He ahí el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” (Juan 1, 29).
Podemos mencionar este versículo: "Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con los apóstoles y les dijo: "Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer; porque os digo que ya no la comeré más hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios". Tomó luego una copa, dio gracias y dijo: "Tomad esto y repartidlo entre vosotros; porque os digo que, a partir de este momento, no beberé del producto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios". Tomó luego pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: "Éste es mi cuerpo que se entrega por vosotros; haced esto en recuerdo mío." De igual modo, después de cenar, tomó la copa, diciendo: "Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre, que se derrama por vosotros." (Lc 22, 14-20).
Aquí se desarrollan todos los aspectos esenciales de la Pascua en Jesús. Cristo al celebrar la Pascua en la cena, dio otro sentido más amplio a la conmemoración tradicional de la liberación del pueblo judío. Él es el cordero pascual que nos libera del pecado.
En el Antiguo Testamento vemos los antecedentes más antiguos de la pascua judía, que Jesús tantas veces celebró, mientras que en el Nuevo Testamento está el testimonio de la «nueva» pascua que el Señor ha instaurado.
Por ello, para nosotros es un resurgir a una vida nueva que Jesús nos da.
Pablo nos dice: "Eliminad la levadura vieja, para ser masa nueva, pues sois ázimos. Porque nuestro cordero pascual, Cristo, ha sido inmolado. Así que, celebremos la fiesta, no con vieja levadura, ni con levadura de malicia e inmoralidad, sino con ázimos de sinceridad y verdad" (1 Corintios 5,7-8).
Bibliografía recomendada
Para profundizar más sobre este tema, os recomendamos los siguientes libros:
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Escrito por Mercedes Roldán.
Buen artículo!.
Muchas gracias por publicar tan valiosa información.
Muchísimas gracias!!
Muy buen texto muchas gracias por difundir
Gracias Paula.